sábado, 19 de marzo de 2011

En espera...

Me senté unos minutos en la silla meditando que hacer, mientras él, ella, eso y aquello me repetía como siempre la misma frase. El olor del perfume cambiaba con los meses, las semanas, incluso los días pero al fin todas las bocas decían lo mismo.
No eres tu soy yo— Su boca se movía pero en mi mente el sonido no llegaba.
Lo siento— A estas alturas ya me sabia el guión completo.
Eres tan buena persona, mucho mejor que yo— Decían algunos.
  Suspiré, en esos momento siempre lo hago más que nada como un intento de reafirmar mi vida, mientras una de mis manos viajaba en busca de los cigarros sobre la mesa y la otra al encendedor en el bolsillo de mi chaqueta.
  La puerta sonó abriéndose lentamente, sonreí mirando como la pequeña figura se acercaba, su pelo negro hasta sus caderas que se movían de un lado para el otro cuando se acercaba hasta mí. El Tic-Tac del reloj en la pared sólo acentuaba el vaivén de sus pasos, como siempre se sentó en mis piernas acomodando su pequeña cabeza en mi pecho, suspiró jugueteando con algunos mechones de mi cabello mientras intentaba no hacer una mueca ante mi olor a tabaco.
—Deberías estar acostada— Acaricié su cabello con una mano mientras tomaba una larga bocanada del cigarro— Es tarde.
—Asombrosa deducción, Sherlock— Su voz era un maullido constante que yo encontraba particularmente encantador. La mano que acariciaba su pelo alcanzo los bordes de su oreja, sonreí para mí misma mientras la tiraba— ¡Auch! ¡Miau! ¡Duele, suéltame!
  Gruñidos, maullidos y golpes. Tosí suavemente cuando sentí el golpe en mis costillas e hice gala de toda mi destreza mientras evitaba que ella se quemara con mi cigarro. Fruncí los labios en molestia levemente antes de hablar.
—¿Iras a acostarte?—Más maullidos, asintió levemente o eso intuí desde mi posición al verla mover su cabeza—¿Tus hermanos?
—Durmiendo—Se movió levemente para bajarse, quise retenerla entre mis brazos pero la deje ir con un sentimiento de pesar.
   Observé en silencio como caminaba hacia la puerta, aguante la respiración cuando ella se dio la vuelta para mirarme con sus ojos negros, su nariz pequeña olfateo el aire haciendo una mueca de molestia que solo logro que sonriera más mientras mí cigarro se quemaba entre mis labios. Su boca se abrió dejando ver sus pequeños incisivos.
—¿Por qué sigues buscando a alguien?— Su pregunta era interesante—¿No te cansas?
—¿No quieres que sea yo feliz?—Le replique, aunque mis palabras sonaran vacías y poco se ajustaban a mi propia realidad.
—¿Lo eres?
  La miré profundamente antes de apagar el cigarro, sonreí levemente asintiendo, ella sólo maulló sonriendo mientras corría en dirección a su habitación. Desde mi lugar escuche cómo su puerta se abrió para después cerrarse, sus pisadas las logre sentir hasta que se lanzó sobre la cama buscando el calor entre sus cobijas.
  Miré mi habitación unos minutos antes de levantarme. Quizás mañana podría seguir en la búsqueda de aquello que quería pero definitivamente no necesitaba.